La Sevilla del XIX (II): Fiesta y Dolor

He aquí el retrato de la tragedia que a veces se cierne sobre la fiesta de los toros. Este impresionante cuadro se puede dividir en dos mitades. A la izquierda la muerte, a la derecha el dolor. A la izquierda yace un torero, muerto en la plaza, en la capilla situada dentro de la misma, presidida por un crucificado y una imagen de la Virgen y en la que un cura lee un responso por su alma. Debajo, un mozo recoge los enseres del difunto. El capote de paseo que antes luciera el torero tapa parcialmente su cuerpo sin vida.

A la derecha encontramos el dolor en un orden perfecto de rangos por proximidad al matador: por un lado asisten al duelo los otros matadores y banderilleros que ese día compartían cartel con el difunto, por el otro, los picadores (nótese la diferencia con los anteriores en los sombreros y en el calzado). Todo el duelo es sobrecogedor. 

Al fondo, el pueblo, aflorando los sombreros (en el cuadro no aparece ni una sola mujer) que indican que están situados en el exterior de la capilla ardiente, pues era costumbre hasta épocas recientes el descubrirse como signo de respeto.

(Imagen: "La Muerte del Maestro", de José Villegas Cordero. Museo de Bellas Artes de Sevilla)

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